La agroindustria y los países occidentales están estrechamente relacionados. El equilibrio entre la promoción de sus propios productos y la seguridad alimentaria global es un desafío constante. Solo les importa hacer negocio a costa de la salud humana.
Mientras los peruanos estamos a la expectativa por conocer la respuesta que le dará la Comisión de Constitución del Congreso al titular del Midagri sobre si recibe o no facultades legislativas para modificar la ley de moratoria de transgénicos, es oportuno destacar la relación existente entre los organismos modificados genéticamente (OGM) y la crisis alimentaria, tema que continúa en debate mundial.
Los organismos genéticamente modificados son aquellos microorganismos, plantas o animales cuyo material hereditario (ADN) es manipulado mediante técnicas de biotecnología que resultan ajenas a los métodos naturales.
Estas técnicas, también conocidas como “biotecnología moderna”, “tecnología genética”, “tecnología de ADN” o “ingeniería genética”, permiten alterar la expresión de un gen o transferirlo a otro organismo, ya sea de la misma especie o de una diferente.
Los OGM se utilizan en diversas áreas, como la industria de alimentos (agricultura y ganadería) y la medicina. De aquí deviene el debate donde científicos no se terminan de poner de acuerdo. Sobre todo, si quien financió el análisis de muestras es la propia empresa que comercializa semillas, agroquímicos o alimentos procesados.
Argumento del Ministerio de Agricultura
Nuestro Ministro de Agricultura, Ángel Manero y sus asesores confían en que una nueva ley agraria y el uso de transgénicos en Perú permitirán aliviar al agro.
Esta declaración preocupa sobremanera, pues no tomaron en cuenta que los transgénicos son utilizados en países como Estados Unidos, donde se regula su uso para minimizar riesgos, algo que no ocurre en Perú ni en Ecuador, según investigaciones.
¿Qué países producen más transgénicos?
Estados Unidos lidera la producción de cultivos transgénicos, incluyendo soya, canola, algodón y maíz. Cerca del 50% de los cultivos transgénicos se destinan al maíz.
Además, Estados Unidos es el mayor exportador de maíz, enviando aproximadamente 58,600 millones de kilogramos alrededor del mundo según un ranking de los mayores países exportadores de maíz en el mundo en 2022 (Statista).
Mientras que Estados Unidos es un líder en la producción y comercialización de OMG, algunos países europeos, como Francia, han prohibido su cultivo. Sin embargo, en otros lugares, como México, la influencia de Estados Unidos en la producción de OMG es significativa debido a la importación de maíz y la relación comercial histórica entre ambos países.
1. Maíz Transgénico: es resistente a insectos o herbicidas. Se cultiva ampliamente en Estados Unidos y se exporta a varios países como México.
2. Soya Transgénica: también es resistente a herbicidas y se utiliza tanto para consumo humano como animal.
3. Algodón Transgénico: se cultiva principalmente para la producción de fibras textiles, pero también se utiliza en la alimentación animal.
Riesgos de los transgénicos para la agricultura
El hecho de aceptar el ingreso de semillas de maíz y algodón transgénicos, de origen indistinto, implicaría aceptar ciertas consecuencias.
Según Angie Higuchi, doctora en economía agrícola, la propuesta del Midagri no ha valorado tres aspectos fundamentales: materia agrícola, salud de las personas y efectos en el ambiente: “Basta que exista riesgo en tan solo una de las tres para que suponga una amenaza”.
La especialista considera que “toda propuesta respecto a seres vivos, como las semillas y su material genético, que ponga en riesgo la soberanía alimentaria debe tener base científica, no una base comercial”.
“La Amazonía peruana sería especialmente vulnerable si se permitiera el cultivo de OGM. Las semillas transgénicas suelen cultivarse en áreas extensas no montañosas, similar a lo que ocurre en Argentina y algunas zonas de Brasil”, según opinión de ingeniero agrónomo Luis Gomero.
Resulta importante precisar que Perú dependería nuevamente de los precios que impongan los países sobre las semillas de maíz y algodón a nivel masivo.
Además, tanto Estados Unidos como la Unión Europea tienen políticas agrícolas y subsidios que pueden afectar los precios de los productos agrícolas (incluidas las semillas).
Riesgos de los transgénicos para la salud
Es indudable que los países en desarrollo estamos presionados por algunos intereses de alto nivel para promover biotecnologías peligrosas para la salud humana. Para ello, es necesario reforzar el control de las importaciones de productos modificados genéticamente estadounidenses y europeos.
· Los países occidentales a menudo buscan promover sus propios productos agrícolas en el mercado global. (Según Ángel Manero, ministro del Midagri, si Perú permite la siembra de maíz y algodón transgénicos en la costa peruana, aumentaría la disminución en la siembra de estos cultivos y reduciría la dependencia de las importaciones).
· Es importante reconocer que otros países también buscan proteger sus propios intereses agrícolas. (Por ejemplo: en 2023, México prohibió oficialmente el maíz transgénico para consumo humano)
· El cambio climático afecta la producción de alimentos en todo el mundo.
· Eventos climáticos extremos, como sequías o inundaciones, pueden afectar la disponibilidad y los precios de los alimentos.
· La adaptación y la inversión en prácticas agrícolas sostenibles son cruciales para abordar estos desafíos.
Impacto en la seguridad alimentaria:
· La sustitución de alimentos tradicionales por alternativas puede tener consecuencias para la seguridad alimentaria.
· Es fundamental garantizar que las alternativas sean seguras y nutritivas para las personas.
· La diversidad en la producción y el acceso a alimentos es crucial para abordar la inseguridad alimentaria.
Parece evidente que al solicitar la modificación a la Ley de moratoria que impide el ingreso de cultivos transgénicos a Perú hasta el año 2035 podría servir principalmente a los intereses de corporaciones de semillas y agroquímicos, que no son precisamente de origen latinoamericano.
La agroindustria y los países occidentales están estrechamente relacionados. El equilibrio entre la promoción de sus propios productos y la seguridad alimentaria global es un desafío constante. Solo les importa hacer negocio a costa de la salud humana